martes, 13 de abril de 2010

Derribando estigmas




En sociedades como la chilena mayoritariamente la bicicleta es considerada como un accesorio para la recreación y que es usada para salir en tenida deportiva los fines de semana a dar una vuelta a la plaza y sentirse pagado con la actividad física semanal. ¿Ir al trabajo?¿Salir al cine?¿Hacer trámites al centro? nooo, para eso está el auto y si no cuentas con uno, transporte público.

Es cierto, esta "tranca" por el "qué dirán" al verte llegar en bicicleta a tu lugar de trabajo, o al banco es un problema que tardará un buen tiempo en ser digerida.

No es menos cierto que este comportamiento es solidario con la falta de infraestructura ad-hoc, déficit de cultura pro ciclista y políticas generalizadas al respecto. Sin embargo aquí es donde se vuelve imprescindible la voluntad de aquellos incansables que por convicción se suben a diario a su bici y en contra del frío, tráfico endemoniado, perros callejeros y pésimas calles atraviesan la ciudad. Esos incansables (me incluyo) luchan contra un medio desfavorable y que con el solo hecho de transitar y cruzarnos con otro ciclista sentimos que se puede dar la pelea.

La bicicleta ya está entrando tímidamente como un medio de transporte para ciertas empresas que ofrecen delivery o de mensajería, aunque el concepto que las motivó es la facilidad de moverse en el centro de las ciudades colapsadas de vehículos y donde un automovil de reparto demora mucho más en encontrar estacionamiento y por ende su consumo de combustible no lo hace viable.

¿Quién no se ha cruzado de mañana con decenas de obreros de la construcción que marchan a sus trabajos en sus bicicletas? obviamente hay una componente económica en esta decisión, pero si fuera tan así ¿acaso no veríamos otros segmentos sociales arriba de dos ruedas? estudiantes universitarios, escolares, asesoras del hogar, etc. Sim embargo aquí es donde dos elementos traban el desarrollo de la cultura ciclista, por un lado el estigma del que hice mención al principio y por otro el miedo que produce desplazarse por las calles de esta ciudad donde el tránsito es una vorágine sin control. Yo no enviaría a mis hijos en bicicleta a la escuela si en la esquina ya tiene altas probabilidades de que lo atropelle una señora que va a dejar a sus hijos al "colegio" en la mega camioneta que le compró el marido y que para peor salió atrasada!! y esta situación es pan de cada día!
Para cambiar la mentalidad hay que obrar como los holandeses, metieron el concepto de cultura ciclista desde el jardín de infantes, con clases prácticas de respeto por la bicicleta, uso de la bicicleta, etc. y así se aseguran que las nuevas generaciones ya vengan con la bicicleta integrada a su forma de vida. En el camino habrá que ir implementando medidas para que el resto de la sociedad las vaya asimilando con la lentitud que nos caracteriza, pero el cambio real lo veremos en unos años.
Por ahora nos queda salir cada mañana a pedalear y ser visibles, participar, difundir.

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