El tema del bono minero es complejo de desmenuzar, básicamente porque hiere la sensibilidad de una parte de la ciudad en forma directa y otra buena parte de la ciudad de manera indirecta, así que la crítica abierta sólo recrudece los ánimos de una sociedad que no tiene bien claro sus prioridades. Personalmente discrepo profundamente de tal bono, pero eso será materia de otro comentario. Lo que sí es atingente a los objetivos de este blog es cómo afecta a la bicicleta este cheque producto de las utilidades del principal recurso natural de todos los chilenos.
Por las calles de Antofagasta es posible observar suculentos ofertones dirigidos especialmente a este segmento laboral. Automotoras, inmobiliarias, agencias de viajes y sorprendentemente una especialidad médica: la cirujía plástica. Hoy fue portada en un matutino la creciente demanda de estos procedimientos quirúrgicos a raíz del mentado bono, pero de estas banalidades la que realmente nos interesa es el caso de las automotoras. Carteles enormes plagan sus vitrinas prometiendo el auto de sus sueños, que para este caso en particular suelen ser verdaderos tractores de sus sueños debido a que la mayor demanda está relacionada a vehículos del tipo sub-urban, jeeps, camionetas 4x4, etc. Si hacemos la proyección a unos años más a esta tasa de crecimiento del parque automotor, Antofagasta colapsará su estructura vial, y si hoy en día andar en bici por las calles ya es un desafío titánico y arriesgado, lo que pueda ser en un tiempo más es simplemente un escenario desastrozo. Rebelarse radicalemente contra el aumento del parque vehicular es insensato, más aún en una sociedad con alta valoración de los bienes materiales convencionales, pero sí podemos aspirar a que ese crecimiento tenga algo de cordura. La proporción entre un auto sedán o un citycar versus una sub-urban o jeep/camioneta es 2:3 aproximadamente, lo que como crecimiento proyectado distorsiona la curva debido a que saturaría en menor tiempo las arterias en razón a que ocupan mayor espacio en las calles. En un taco típico de 2 vías, el espacio que ocupan 10 vehículos mayores equivale a 15 vehículos menores. A esto habría que sumar el importante dato de que la mayoría de estos mega vehículos son subutilizados, llevando generalmente una o dos personas a lo sumo. Otro tips relevante es el brutal gasto (innecesario) de combustible asociado a tremendos motores y su equivalente en CO2 que arroja a la atmósfera.
Si no asimilamos lo complejo de esta situación y no controlamos con prontitud esta "sobrepoblación" del parque automotor y si las políticas de desarrollo regional apuntan actualmente a aumentar vías para albergarles, ¿dónde quedará el espacio para la bicicleta, el peatón, la recreación y en definitiva para una ciudad con real escala humana?
Les dejo la inquietud.
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