Digamos que este post no es muy objetivo, puesto que fue una situación que me alteró, así es que viene desde la ira. Sucede que hoy feriado, al venir en bicicleta de vuelta del supermercado y habiendo cargado las alforjas con algunas compras, volvíamos a ritmo normal con mi pareja a la altura del enjoy y vimos un motoquero enduro calle abajo detenerse en el semáforo del cruce, quien no esperó a la luz verde, dobló y se metió en velocidad por la vereda esquivando a una pareja quienes miraron absortos esta escena inusual. El motoquero avanzó hasta el banco del estado express, cruzó intespectivamente la doble calzada, miró hacia atrás, nos vió, retrocedió por la vereda de la costanera en contraflecha y se detuvo frente a nosotros, se sacó el casco (el tipo venía ultra disfrazado de Carlo De Gavardo) nos preguntó un par de cosas con respecto a un ciclista inglés y antes de que se fuera le "aconsejé" que no debía circular por la acera en moto, él, todo ofendido respondió que quién era yo para aconsejarlo y que si acaso no sabía yo con quién estaba hablando (puede que haya sido el campeón mundial de enduro, pero eso no le da el derecho de cometer todas esas infracciones del tránsito y poner en riesgo a los peatones), ciertamente no lo sabía y es más, me importaba un carajo!! El tipo balbuceó unas cuantas palabras más mientras se ponía el casco y con un par de maniobras (obviamente imprudentes) retornó a la calzada y se marchó profiriendo al aire unas cuántas cosas más. El escape de la moto se escuchó por unos segundos hasta que desapareció zigzagueante rumbo al sur. Nos miramos perplejos con mi pareja no entendiendo lo bizarro del encuentro y el camino a casa fue solo comentando la estupidez del tipo, mascando la rabia e impotencia de haber sido los únicos testigos de una actitud irresponsable y engreída.
Quienes practican enduro (y conozco un par) tienen miles de hectáreas cuadradas en esta región para romper sus motos, hacer acrobacias y delirar con Chaleco López, pero lo que no se puede tolerar es que rompan lo poco de tranquilidad que le queda a la ciudad, con su imprudencia, sus escapes recortados y sus aceleradas zigzagueantes. Consíganse una camioneta, metas sus motos atrás y piérdanse por unas horas tras los cerros. Además...circulan sin matrícula.